El momento de las familias

Fotografía: Paula Verde
Fotografía: Paula Verde

Ayer tuve el honor de participar en las V Xornadas de Inclusión Educativa de Foanpas Vigo. Durante el camino, me sentí intranquilo. Se reunían allí algunas personas a las que admiro, de las que aprendo enormemente y con las que comparto muchas ideas. ¿Qué podría contarles a ellas, que no supieran? El título: “Las luchas familiares en la reconstrucción de idearios excluyentes”. Comencé a transformar compulsivamente mi ponencia.

Me calmé. Confié en que ellas sabían mucho más que yo sobre lo que viven sus hijos e hijas en las escuelas. Por eso, una vez en la sala, intenté trasladar algunas de las dudas que se me habían generado durante la semana. Entendí que sobre la certeza se ha construido todo un sistema excluyente en las escuelas, y que podría contribuir a dudar.

La primera de esas experiencias chocantes que compartí fue la que me trasladó esta semana una de mis estudiantes cuando, basándose en unas prácticas de dos semanas en la escuela infantil, sentenció que una madre no aceptaba la discapacidad de su hijo. Su tarea, hacer que la acepten.

  • Una estudiante
  • Dos semanas
  • Una sentencia y una condena

Toda la clase manifestó su apoyo a esta conclusión.

La segunda duda nació de una expresión que está presente en buena parte de nuestros claustros: las familias están en crisis. Habría que detenerse en esta afirmación, pero incluso si la aceptásemos, queda algo impensado: los docentes también tienen familias…

La tercera, los comentarios de dos estudiantes de postgrado tras el visionado del documental “Yo soy uno más. Notas a contratiempo”. El documental trata de mostrar la injusticia que domina la institución escolar, y una experiencia enormemente educativa del protagonista en una agrupación musical. Frente a esa perspectiva, dos afirmaciones desconcertantes de mi alumnado: “Es una pena que quiera ser uno más, y no él”; “Esa experiencia no es inclusiva, porque ha hecho lo que los demás”.

Esta última experiencia me ayudó a pensar una evidencia: que incluir no es educar. Que la inclusión no es lo mismo que la educación. Y que haber renunciado a hablar de educación para insistir en la inclusión acaba por dar razón a los idearios excluyentes. Pero por otra parte, es el imperio de las conceptualizaciones el que amordaza las posibilidades de cambio, porque constituyen marcos, moldes y categorías que no permiten nuevas formas de entender las relaciones educativas y humanas. El lenguaje científico se ha asentado fuertemente en ellas. Pero podríamos pensar la realidad humana a través del arte, que está en nuestra naturaleza como manifestación propiamente humana, aunque las ciencias hayan renunciado a él; porque no captura, no controla y no congela la realidad.

Allí sentado, en aquella sala llena de madres y profesionales comprometidos, pensé que justamente era esto lo que necesitamos: descongelar esta realidad que maltrata a tantas personas. Y el arte está en nuestras vidas. Las metáforas, por ejemplo, impregnan nuestra vida cotidiana: el lenguaje, el pensamiento y la acción.* Las metáforas no definen, no determinan, no catalogan. No delimitan como los conceptos. Muestran la realidad en transformación, mezclan lo interno y lo externo, relacionan razón y emoción. Constituyen una excelente herramienta de contestación. Con ellas, pensamos durante un rato: la vida como viaje, cuyo trayecto está orientado por las instituciones, y que salir de él supone recibir zancadillas. Hablamos del Café para todos que sirve la escuela, y que acaba en la clasificación de los niños y las niñas con la criba de la normalidad. Que la institución obliga a determinadas personas a subir al autobús de la calle sin salida, y que al montar en él dejan de ser pensadas como personas y se confunden con sus sombras. Las sombras son los atributos del estigma: la parálisis cerebral, el autismo, el síndrome de Williams, el TDAH… Que esas fronteras tienen el principal cometido de separar, por lo que muchas familias sienten a su familiar aparcado, abandonado, solo. Hablamos que en esa vida entendida como viaje, los profesionales de la medicina, de la pedagogía y de la psicología aseguran que el camino sea el estereotipo, y entonces ya no se educa, sino que se adiestra como a los animales… o se incluye. Y dije, con lo mal visto que está, que solo el amor podrá ser el motor de nuevas trayectorias vitales. El amor a la persona, sin el estigma.

Después, por suerte, me callé. Y hablaron madres y profesionales. Lloraban, gritaban, sonreían. Y tuve claro que llega el momento de las familias. Solo ellas pueden construir esa narración nueva que necesitan sus hijos e hijas, que acabe con la dominación de los profesionales y que contribuya a la necesaria humanización de las escuelas. Una humanización que requiere que hablemos desde posiciones más equilibradas.
Jornadas Foanpas Vigo
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* LAKOFF, G. & JOHNSON, M. (1995). Metáforas de la vida cotidiana. Madrid: Teorema.

Quiero dar mi sincera felicitación a FOANPAS por las jornadas, y mi mayor agradecimiento por haberme dado un espacio en ellas. Gracias a María Jesús Granja por todo el trabajo realizado y por su amabilidad. A Blanca Roig, por su generosa presentación. A Sandra Fernández, a Merce e Isabel de Ferrol, a Carmen Saavedra, a Olga Lalín, a Paula Verde y a tanta gente que me trató con un cariño inexplicable. Y gracias a mi alumnado, que me hace dudar tanto, y que me permite poner interrogantes donde tenían afirmaciones.

 

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12 comentarios en «El momento de las familias»

    1. Hola Marga. Gracias por tu comentario. La inclusión no es eso. Tampoco pienso que sea un concepto erróneo ni absurdo. Está bien elaborado, y responde a la realidad de que algunas personas no son respetadas en las escuelas. Lo que quiero destacar es que es un concepto, y como concepto, su trabajo es ordenar y clasificar: lo mismo que lo que nos ha llevado a crear la inclusión. Saludos

      1. Es el momento de sinergias, de aceptar limitaciones en los medios existentes, en el conocimiento de razones y el de diversidades. Es momento de que las familias logremos unirnos al sistema educativo para obtener lo que es legítimamente nuestro: el derecho a la inclusión y el respeto a la diversidad a través de unos educadores más formados, mas involucrados y un sistema más justo.
        Estamos perdiendo todos con el sistema actual de «incrustación». Aunque algunos no lo crean, las personas con diversidad tienen mucho que ofrecer y se está tirando a la cuneta.
        Es el momento de exigir. Es el momento de la sinergia: si las familias con diversidad nos uniéramos… Cuanto le quedaría al sistema estándar????
        Gracias Nacho por inspirar, por mostrar y por acompañar.
        Espero y deseo que las familias nos unamos para mejorar este sistema educativo y lograr un sistema más respetuoso, afectivo y efectivo entre todos.
        Totalmente de acuerdo con que «All You need is LOVE».

  1. Por um tempo as famílias de pessoas com deficiências também foram abandonadas. Penso que dar a palavra para que elas possam dizer de suas realidades, experiência é um passo muito importante para nós educadores podermos refletir ainda mais as nossas ações educativas.

  2. Hermoso encuentro, lleno de aprendizajes…de eso se trata acompañar, de aprender más que de enseñar. Ese es el camino qué hay que recorrer para alcanzar el cambio que deseamos ver en las instituciones!!!!

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