Antítesis
El prejuicio no se asienta en el conocimiento científico disponible, sino en la tradición. La realidad de la discapacidad está socialmente construida y obliga a la persona a convertirse en una patología, en una anomalía. Pero el modo natural en que una madre dice: “Para mí es mi hijo”, es la forma de salvarle de la condena. Necesitamos los lenguajes amorosos de las madres, por ser capaces de rescatar a un niño de la cosificación.
Fuente: Conferencia «Los lenguajes de las personas oprimidas como esperanza«, de Ignacio Calderón Almendros. ONU, New York, 21/03/2019.
Profesor de Teoría de la Educación en la Universidad de Málaga (España). Interesado en la experiencia de exclusión e inclusión educativa de personas situadas en los márgenes, especialmente desde la discapacidad y la desventaja sociocultural. Empeñado en que la escuela sea un lugar donde todas las personas podamos crear sentido.